Nunca cambias las cosas luchando contra la realidad existente. Para cambiar algo, construye un nuevo modelo que vuelva obsoleto el modelo actual.
– R. Buckminister Fuller

Lo que hasta ahora se sabe y se teme del Alzheimer es que es incurable y que no hay manera ni de tratarlo ni de prevenirlo, y que por décadas ha vencido a los mejores neurocientíficos.

Esto a pesar de los miles y miles de millones de dólares gastados por agencias gubernamentales de todo el mundo, empresas farmacéuticas y sabios de la biotecnología para inventar y probar medicamentos para el Alzheimer. El 99.6% de todos estos medicamentos no han servido para nada, y no logran pasar siquiera las fases de pruebas. Desde el 2000 hasta 2010, se ha aprobado solamente un medicamento (en 2003) y sus resultados han sido modestos, en el mejor de los casos.

No es una sorpresa que el diagnóstico de Alzheimer es lo último que uno espera escuchar. Le tememos como a ningún otro padecimiento, principalmente por dos razones.

La primera razón es que es la única, de las primeras diez causas de muerte (en estados Unidos) para la cual no existe un tratamiento efectivo. Es increíble que a pesar de los enormes avances en otras áreas de la medicina, como el cáncer o el VIH/SIDA, a la fecha (2017) no existe una cura para el Alzheimer.

La segunda es que no solamente es fatal. Muchas enfermedades son fatales; como dice el viejo chiste, ¡hasta la vida es fatal! durante mucho tiempo, el Alzheimer le va robando a la víctima su identidad y aterroriza a las familias.

¿Qué se supone que es el Alzheimer?

La mayor evidencia indica que el Alzheimer es causado por la acumulación de una pegajosa capa que destruye o previene la formación de sinapsis. Esta placa está formada por partes de una proteína llamada Amiloide-beta.

Los experimentos que se han enfocado en la eliminación de esta placa o en la prevención de su formación han funcionado muy bien. Sin embargo, para desconcierto de los científicos, los pacientes simplemente no mejoran o, increíblemente, a veces empeoran.

Hasta ahora, el Alzheimer se ha tratado como una sola enfermedad, y como tal, se ha tratado con donazepil (Aricept) y/o con memantine (Namenda).

Durante el Alzheimer, hay una reducción de un neurotransmisor llamado Acetilcolina. Por otro lado, existe una enzima llamada Colinesterasa, la cual destruye a la Acetilcolina.

El Aricept es el medicamento que se utiliza para inhibir la función de la colinesterasa, y de esta manera intentar prevenir la destrucción de la Acetilcolina, con la esperanza de mantener la funcionalidad de las sinapsis durante un poco más de tiempo.

De una manera modesta, este medicamento logra su cometido, con algunas salvedades.

  • Al evitar la destrucción de la Acetilcolina (bloqueando de la función de la colinesterasa) solamente se está tratando el síntoma; pero no se está tratando la causa o el progreso de la enfermedad.
  • El cerebro reacciona a la inhibición de la colinesterasa como seguramente te lo imaginas: Produciendo más colinesterasa. Esto limita mucho el efecto del medicamento, y lo hace peligroso si se suspende repentinamente.
  • Como muchos otros medicamentos, tiene efectos secundarios: puede producir diarrea, nauseas y vómito, dolor de cabeza, dolor de articulaciones, somnolencia, pérdida de apetito y bradicardia (bajo ritmo cardíaco).

Por otro lado, el Memantine también actúa sobre los químicos y moléculas del cerebro, pero tiene poco que ver con la causa raíz del Alzheimer. En este caso, inhibe la acción del neurotransmisor glutamato y de esta manera reduce el efecto tóxico que resulta de este tipo de neurotransmisión. Desafortunadamente, también inhibe la neurotransmisión crítica para la formación de nuevos recuerdos.

¿Entonces qué es lo que se ha descubierto que pueda llegar a servir?

Lo que el Dr. Dale E. Bredesen dice:

El Alzheimer puede ser prevenido, y en muchos casos el declive cognitivo asociado a él puede ser reversado.

 

Tres décadas de investigación en su laboratorio han culminado con la reversión de los problemas asociados con las etapas tempranas del Alzheimer: MCI y SCI

Han desarrollado programas terapéuticos para permitir a cualquier persona prevenir problemas cognitivos y, si ya están mostrando señales de ellos, detenerlos y reestablecer la habilidad de recordar, de pensar y de tener nuevamente una vida cognitivamente sana.

El protocolo definido también es de ayuda para aquellas personas que son portadoras de la variante del gen llamada ApoE4, que es uno de los factores genéticos conocidos de mayor riesgo para contraer Alzheimer.
Así que, a pesar de todo lo que se ha dicho, este no es un mal incurable o irreversible. Todo lo contrario.

¿qué es el Alzheimer?

Es importante entender que el Alzheimer no es el resultado de que el cerebro esté haciendo algo que no debe hacer. El Alzheimer surge de un programa sano e intrínseco de nuestro cerebro que le sirve para reducir las redes sinápticas. El problema es que este programa se ha vuelto loco, más o menos como lo que le sucedió a Mickey Mouse con las escobas encantadas en el aprendiz de brujo. Es decir, en el Alzheimer uno de los programas de mantenimiento normal del cerebro se volvió loco.

¿Cuál es el propósito del libro?

Además de contener material para entender a mayor detalle qué es y cómo se desarrolla, este libro contiene una especie de guía paso a paso para prevenir y reversar la disminución en las funciones cognitivas asociadas con las etapas tempranas del Alzheimer y sus precursoras, la MCI y SCI.

El protocolo propuesto, llamado ReCODE, no solamente ha logrado reversar estos problemas, sino que los pacientes que lo han seguido han logrado una mejora continua.

En los capítulos 2 al 6 se explica cómo se ha llegado a esta etapa, y como se ha descubierto que el Alzheimer es la una respuesta protectora del cerebro a tres amenazas: A la inflamación, a los niveles sub-óptimos de nutrientes y de otras moléculas que soportan la sinapsis, y a la exposición a ciertas toxinas. Este hallazgo es muy importante, ya que implica que hay tres distintos tipos y/o causas principales del Alzheimer, y por lo tanto ahora se puede tratar con mayor certeza cada uno de estos tres tipos.

En el capítulo 7 se explican los diferentes exámenes que se deben realizar para detectar las causas del deterioro cognitivo. Estas pruebas permitirán identificar qué factores deberían ser atendidos.

En los capítulos 8 y 9 se describe lo que se debe hacer ante los resultados de los exámenes.

Los últimos capítulos contestan dudas adicionales que pudieran surgir y dan algunas ideas que pueden ayudar a tener éxito en este protocolo.

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Mario